Durante la jornada el profesor Camilo Arancibia dictó la charla “Errázuriz 2120: un espacio plural donde encontrarnos”.
Con el objetivo de generar un encuentro con estudiantes de primer año y contarles acerca de la Facultad y Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, se desarrolló una jornada encabezada por el decano de la Facultad de Derecho UV, Alberto Balbontín, junto con Inés Robles Carrasco, secretaria de Facultad, y Claudia Cozzani, secretaria académica de la Escuela de Derecho.
Participó además el Centro de Estudiantes (CED) de la unidad académica, encabezado por su presidenta Vasthy Martínez e integrado por Celeste Gajardo (vicepresidenta), Ayleen Fuentes (directora de Comunicaciones), Kaissa Chevalier (directora de Género y Disidencias), Emilio Guerra (director de Bienestar), David Vargas (director de Extensión y Vinculación con el Medio) y Pía Salazar (directora de Finanzas).
En la oportunidad el profesor y Coordinador de Patrimonio y Acervo Cultural de la Escuela de Derecho, Camilo Arancibia, dictó la charla “Errázuriz 2120: un espacio plural donde encontrarnos”.
Palabras de directivos
En su intervención, el decano de la Facultad de Derecho, Alberto Balbontín, envió un afectuoso saludo a los estudiantes de primer año, expresando sus deseos de éxito en sus estudios. “Hemos enfrentado una situación que afecta el modo de vida de toda la humanidad, y que hemos logrado superar con la participación de ustedes, logrando avanzar y cumplir de la mejor manera posible el propósito de cumplir con nuestro deber: la formación que ustedes comienzan a tener. Esperamos que más temprano que tarde podamos normalizar nuestra actividad en la escuela, considerando además que estuvo sometida durante el año a trabajos de conservación, de recuperación de su valor artístico y patrimonial y de su originalidad”, indicó.
Añadió que la Escuela de Derecho UV “tiene la particularidad de conformar una comunidad muy unida más allá de las naturales diferencias que puede haber. Cada uno tiene sus propias ideas políticas, religiosas, filosóficas, entre otras, pero toda la vida universitaria se lleva dentro de un recinto que es exclusivo nuestro, y eso hace que tengamos una vida de comunidad muy enriquecedora, que nos ayuda a comprender el pensamiento distinto al nuestro y a convivir cívicamente con quienes no piensan igual que nosotros”.
“Espero que tengan el mayor de los éxitos y que disfruten su estadía en la escuela, porque la época universitaria es muy bella, de aprendizaje, de convertirse desde adolescente a adulto, de adquirir conocimientos y de formarse profesionalmente, pero también de hacer amistades y entablar relaciones de afecto”, añadió.
“Durante este primer año han podido ya conocer a profesores y profesoras que han tratado de cumplir lo mejor posible con su deber y compromiso de formarlos, y ojalá que a partir del próximo año podamos tener una vida universitaria más normal, donde nos podamos encontrar, conocer, compartir en los pasillos, salas de clases, oficinas, casino, y los distintos lugares donde se desarrolla la vida universitaria”, cerró.
Posteriormente, la secretaria académica de la Escuela de Derecho, Claudia Cozzani, indicó que “cada año recibimos a un grupo de jóvenes que han decidido abrazar la abogacía como profesión, que nos han elegido y depositado su confianza en nuestra institución para obtener una competente formación profesional, lo que implica una gran responsabilidad que abordamos siempre con el mayor compromiso. Por lo mismo cuando, ante la inminente crisis sanitaria derivada del coronavirus, la autoridad central adoptó la incuestionable decisión de impartir la docencia en modalidad virtual, se presentó un desafío aún mayor que en años anteriores, siendo nuestra principal preocupación cumplir adecuadamente el compromiso con los y las estudiantes de primer año”.
“Conscientes de vuestro interés por iniciar de la mejor manera la vida universitaria y, sabiendo que el tránsito desde la educación media a la educación superior implica un proceso paulatino, empleamos todos los medios a disposición para emular satisfactoriamente la experiencia universitaria. Evidentemente, no solo se trataba de recibir clases y rendir las evaluaciones, sino de desarrollar competencias, complementar su formación con actividades de extensión y vinculación con el medio, recibir orientación y apoyo, asistencia en los distintos ámbitos de la salud y, sin duda lo más trascendente, de formar comunidad. Al implementar lo planeado, la inédita realidad a la que nos enfrentamos, demostró que era imprescindible realizar modificaciones, ajustes y adoptar otras medidas. Para hacer frente a este desafío contamos con la invaluable y constante retroalimentación de los y las estudiantes, a través del Centro de Estudiantes, Consejeros Académicos Estudiantiles, delegadas y delegados de curso, y de los profesores y profesoras de la escuela”, añadió.
“Ha sido un periodo enriquecedor, de relevantes aprendizajes mutuos que han contribuido a la formación de una comunidad universitaria con características únicas. Estando ad portas de concluir su primer año como estudiantes de Derecho de la UV, esperamos que el balance personal sea positivo y que lo vivido sirva de aliciente y estímulo para el futuro. Albergamos la esperanza que el próximo año podamos finalmente encontrarnos presencialmente y completar o consolidar los lazos que hemos comenzado a tejer virtualmente. El lugar de encuentro será este histórico y emblemático edificio que ha sido nuestra casa por casi 60 años y que, además, los espera renovado, casi como un símbolo de la nueva era que nos corresponderá vivir”, cerró.
“Errázuriz 2120: un espacio plural donde encontrarnos”
El profesor Camilo Arancibia dictó una charla acerca de la historia del edificio que hoy alberga a la Facultad y Escuela de Derecho de la UV, contextualizando que “no es poca la coincidencia señalar que la Escuela de Derecho pudo seguir funcionando aun cuando su edificio no estuviere apto todavía para poder ser utilizado. En este sentido, la permanencia de la escuela, de una u otra manera, supera el edificio, y uno podría pensar que entonces el edificio no sería necesario, y vengo a decir que eso no es así. Una cosa retribuye a la otra y hay una reciprocidad entre la construcción del espacio físico, que lo podemos situar en Errázuriz 2120, y el espacio intelectual, que podemos llamar Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso”.
“La construcción del edificio de la Escuela de Derecho es también la lucha, la disputa por unos determinados ideales y su configuración es la esfera pública, y para ello tenemos que retroceder hacia 1878, y recordar disputas que existían en el momento, luchas entre radicales y conservadores. Existía una idea de la educación que estaba planteada como no laica, y en ese sentido es bien importante el curso de Derecho que se instaló en el antiguo Liceo de Valparaíso, -hoy Liceo Eduardo de la Barra- lo que marca un precedente muy relevante para nuestra historia como Escuela de Derecho, que luego tiene su consolidación el año 1911, que es la data oficial de nuestra fundación, donde existió un movimiento de alumnos y profesores que estaban dentro del curso de los Sagrados Corazones -lo que hoy es la PUCV- quienes estaban por una instrucción laica y obligatoria. Las ideas de estas personas triunfaron y, finalmente, tenemos el Curso Fiscal de 1911 que es hoy en día nuestra Escuela de Derecho. En 1928 nos transformamos finalmente en Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales, bajo el alero de la Universidad de Chile, y en 1936 tiene lugar un hecho muy relevante, puesto que ese año es elegido como director Victorio Pescio Vargas, quien le da el nombre al Aula Magna que encontramos en el hall principal, y con él se da una disputa importante por establecer ciertos ideales en la esfera pública, que son los que hasta hoy en día sustentamos y forman parte de nuestra tradición, y ustedes esperamos que ustedes los hagan propios”, explicó.
“Victorio Pescio se dio cuenta que necesitábamos un espacio físico, porque la comunidad de la escuela se encontraba situada en Colón 2128, que era la casa de rectores del Liceo de Valparaíso. Las salas eran muy reducidas y no podía dar abasto a la matrícula que año a año anhelaba por estudiar en esta Escuela de Derecho que ya muy prontamente se distinguió por su rigor y su disciplina, como hasta el día de hoy se reconoce. Pero las cosas no son tan fáciles, porque el año 42 tiene lugar un hecho que funciona de dos maneras: el presidente Juan Antonio Ríos señaló en una entrevista de la Revista Zigzag que “a Valparaíso le voy a quitar algo que tiene muy poca importancia y que no rinde ningún resultado, cual es la Escuela de Derecho, y en vez de ella vamos a instalar una Escuela de Comercio”. Lo que lograron esas palabras fue una agitación de la comunidad porteña como nunca antes se había visto, un respaldo transversal a la Escuela de Derecho, donde parlamentarios tanto de gobierno como de oposición, de los más diversos puntos de vista, credos y partidos políticos, respaldaron las acciones de Victorio Pescio y de la comunidad universitaria, quienes formaron comisiones para poder entablar conversaciones con el Presidente de la República y con el ministro de Educación A eso se suman los diarios de la época, que se cuadraron fervientemente con la idea de que Valparaíso necesitaba una Escuela de Derecho, porque todos sabían que teniéndola se podía formar un polo universitario, que es justamente de lo que hoy se habla de Valparaíso”, destacó.
Agregó que encontramos las palabras de Victorio Pescio en defensa de la educación pública, cuando señala que “a diferencia de otras universidades, la Escuela de Derecho de ese entonces Universidad de Chile sede Valparaíso era un foco de cultura libre de tendencias, donde podían entrar moros y cristianos sin distinción. Ese lema, junto a otros como que la educación no es un negocio, dieron forma a un movimiento de la ciudadanía en aras de tener una Escuela de Derecho que pudiera incidir en la esfera pública con aquellos ideales, que no fuera confesional, pero que pudiera albergar a personas de diferentes credos, ideas y visiones sobre el país”.
“Finalmente, este intento de supresión de la Escuela de Derecho resultó beneficioso, porque ese movimiento porteño logró la aprobación de una ley que da un presupuesto para la escuela y que se conforma como la piedra inicial de lo que va a ser la construcción del edificio. Ya en 1945 encontramos otra ley que va a financiar la construcción del edificio, que se inicia el año 48, no sin problemas. La edificación de este inmueble es también la edificación de ciertas ideas, y esas ideas a veces cuando van a contra mano de lo que se espera, es más difícil de posicionar. Victorio Pescio eso lo tenía muy claro, y le dedicó su vida a esta idea, y esto tuvo un resultado favorable, que ya en 1956 se terminaron las obras y en 1957 se abrió el Aula Magna, que espero prontamente puedan visitar, porque se van a deleitar con lo que significa la escuela y su valor artístico. La construcción del edificio no es meramente mármol, techo y paredes, sino que hay una concreción de una idea, la de poder configurar en el espacio público un recinto que sea libre de tendencias donde se permita la deliberación pública, y eso hace que este edificio esté sostenido en estos pilares. Como cuando entras a la escuela y ves los pilares dorados que hoy relucen aún más, porque los trabajos de conservación han sido realizados de una manera excelente, pudiendo poner en valor lo que significa la Escuela de Derecho. Los que la sostienen son pilares concretos, pero también son estos pilares de libertad de investigación, libertad de cátedra, de la idea de un alumno autónomo y emancipado, que piense por sí mismo y con pensamiento crítico, pero también que un espacio plural, y ustedes esto lo van a escuchar del maestro Squella: una cosa es la pluralidad y otra el pluralismo. La pluralidad es el hecho de que todos somos diferentes, cuestión que cualquiera puede constatar, pero pluralismo -y esta es la característica más relevante de nuestra Escuela de Derecho-, es valorar, justamente, al que piensa diferente, poder observar diferentes puntos de vista con los cuales también hacer más enriquecedor el debate privado y público, lo que permite entender a la escuela como un lugar de encuentro plural, donde espero que ustedes como estudiantes de primer año puedan realizarse”, cerró.
Finalmente, la secretaria de Facultad de Derecho, Inés Robles, se refirió a las obras de conservación del edificio, describiendo fotografías tomadas en una reciente visita inspectica, donde se destacan las fachadas exteriores e interiores, el hall de entrada, los nuevos ventanales y la Sala de Consejo, entre otras áreas.


