Karina Uribe, 32 años, tiene un espíritu emprendedor que expresa a través de los temas que estudia y, al mismo tiempo, afronta con sensibilidad humana con el objeto de ayudar a los demás en materia de movilidad humana. Y así lo ha demostrado por su interés en un tema singular, poco acostumbrado en Chile, pero que ha sido notorio en los últimos años como la llegada de inmigrantes no sólo de los países fronterizos, sino de regiones mucho más alejadas del país.
Profesora de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, realiza las cátedras de Derecho Internacional Público y Derecho Migratorio como ramo electivo. Fue alumna de la carrera de Derecho de la Universidad de Valparaíso entre los años 2005 y 2011. Una vez egresada y titulada el año 2012 incursionó en el mundo laboral, trabajando en el Instituto Igualdad como asesora legislativa en el Senado. También se desempeñó en el estudio jurídico Ovalle y Cía., en Santiago, enfocada en el derecho regulatorio. Luego, en el 2015, trabajó como asesora legislativa de la diputada Denis Pascal, que ese año se desempeñaba como vicepresidenta de la Cámara de Diputados.
En el área del conocimiento decidió viajar a Estados Unidos donde realizó un LL.M. (Máster) en la Universidad de Minnesota con una concentración de especialización en Derecho Internacional. Allí estuvo un poco más de un año y luego aplicó para una pasantía pagada en el verano de 2017 en el país del norte para realizar un fellowship entre mayo y julio en la ONG Advocates for Human Rights, en el Programa de Inmigrantes y Refugiados. En la misma institución fue voluntaria entre octubre de 2016 y mayo de 2017. En agosto del mismo año regresa a Valparaíso y desde entonces, sigue trabajando en temas ligados a la inmigración, donde hace poco tiempo ha coordinado un Foro desarrollado en la Escuela de Derecho llamado “Movilidad Humana y desafíos nacionales: una mirada desde el Derecho Americano y Chileno” que tuvo buena respuesta del público asistente.
Como consecuencia de su trabajo y estudios en materia de inmigración, fue invitada al Congreso Nacional para exponer en la Comisión de Gobierno Interior de la Cámara de Diputados.
¿Cómo surge esta invitación al Congreso Nacional?
“Yo trabajé en el Congreso poquito más de dos años en el Senado y en la Cámara donde me hice de amigos y conocidos. Cuando empiezo a interesarme por las cuestiones migratorias, que en parte ese interés es en Estados Unidos, comienzo a estudiar desde la distancia el contexto chileno. Entonces me mantuve siempre en contacto con esos amigos que seguían trabajando en el Congreso y yo me puse a disposición de ellos en ése ámbito y comienza la discusión sobre la nueva ley de inmigración, a la cual yo había dado una mirada antes leyéndola. Empezaron aparecer las objeciones donde no todo es malo, hay cosas buenas, y fue como me contactó una amiga que también estudió aquí en la escuela que es abogada, asesora de la presidenta de la Comisión de Gobierno Interior que es la diputada por el norte, Daniella Cicardini, interesada en el tema. Así me pregunta si puedo ser parte de la lista de invitados para hablar sobre el proyecto de ley que había propuesto el Gobierno con las indicaciones nuevas que se habían ingresado. Yo digo que sí y en definitiva es un tema que gracias al Electivo que estoy impartiendo, el cual agradezco mucho a las autoridades de la escuela que me hayan dado la posibilidad de impartirlo, he comenzado a meterme en el tema con la regulación actual que es árida, una legislación bastante compleja donde sentí que contaba con los conocimientos que me permitían dar una opinión basada, sobre todo en Derecho, hacia lo que debería contener una legislación de inmigración. Así fui y expuse el pasado lunes 14 de mayo”.
¿Quiénes escucharon tu presentación?
“Además de estar yo como invitada, había tres invitados más: una socióloga, un psicólogo y otro abogado de la Universidad Católica que dieron su visión de cuestiones migratorias como fenómeno humano y social con una bajada netamente jurídica a las críticas del proyecto de ley. Y quienes eran los receptores de esta exposición eran todos los diputados de la Comisión de Gobierno del Interior de la Cámara de Diputados”.
¿Cuáles fueron los tópicos que has resaltado en tu presentación para que los diputados que pertenecen a esta comisión consideraran importante la intervención?
“Lo que yo resalto es que ellos están conscientes que el tema migratorio, el movimiento humano en Chile es un tema que ha llegado para quedarse, que tiene que ser tratado que enfoques de derechos, que hay que tener mucho cuidado en caer en discriminaciones que a veces son muy sutiles, que no son tan grotesco como decir no le voy a reconocer el acceso a algún derecho a un inmigrante o extranjero, sino que aparecen de forma muy finita en el proyecto de ley, y ellos están receptivos a tratar de evitarlas. Y también lo que rescato es que ellos saben que el proyecto de ley adolece de problemas serios y están dispuestos de presionar al ejecutivo para que lo mejore”.
¿Pero la responsabilidad de una nueva normativa corresponde al ejecutivo para que sea aprobada por el Congreso?
“Sí, porque el problema está en como se está creando una nueva institucionalidad en cuestiones migratorias, se propone crear un consejo migratorio y un servicio nacional de migrantes. El problema está en que de acuerdo a la Constitución, solo el ejecutivo puede proponer ese tipo de leyes, porque cualquier propuesta que venga de los parlamentarios puede ser declarada inadmisible e inconstitucional. Los periodos de audiencia recién está comenzando, entonces, la idea es que de acuerdo a lo que informa la comisión, van a ser aproximadamente setenta invitados y la discusión va a durar, probablemente, hasta septiembre, Después que se identifiquen y se repitan los problemas que van identificando los invitados, van a pedir al ejecutivo que proponga una nueva redacción, un nuevo texto que va a tomar mínimo un mes y una vez que el ejecutivo proponga ese nuevo texto, recién se inicia la discusión parlamentaria. Pero solo el ejecutivo es el que puede hacerlo porque implica gastos, creación de servicios, nuevas funciones públicas, iniciativas exclusivas del Presidente, entonces el legislativo tiene poco que hacer en algunas materias que son clave en la nueva ley de inmigrantes”.
¿A qué se debe que en nuestro país tenemos una Ley de inmigración antigua frente a la modernidad y crecimiento que tiene Chile?
“Una de las explicaciones del fenómeno migratorio como tal nos llegó en tres años, pero yo diría que fue masiva porque los números siguen siendo bajos, pero sí hay una entrada que en número es mayor que sobrepasó la estadística que había en Chile hasta el 2015. Esto aumenta pero ha surgido por fenómenos particulares de la región donde a la entrada de inmigrantes se suma el conflicto venezolano, donde no se puede dejar de mencionarlo porque efectivamente lo que comentan los venezolanos en Chile es que en su país hay una crisis interna. Y lo otro es que yo creo que el retraso de nuestra legislación corresponde a una cultura jurídica muy propia de Chile de responder una vez que pasan las cosas, nunca la legislación chilena llega antes y tienen que pasar las cosas para que se diga “tenemos que regular” y es triste porque en definitiva tenemos que esperar que a alguien se le vulnere un derecho y el problemas es que podemos llegar a la vulneración de derecho a la vida para que Chile diga que tenemos que tener un ley. Pero lo que yo rescato es que el Gobierno puso este este tema en la agenda en el primer mes. No ha sido muy pulcro pero está en la agenda”.
¿Y cuál es la razón que se pusiera en la agenda el tema? ¿Había un desorden?
“Hubo un desorden, una necesidad de tener estadística con controles reales para saber cuánta gente entra al país, cuántos salen, cuántas personas irregulares hay en Chile. Desde que se instauró la Visa Consular para República Dominicana aumentó el tráfico de inmigrantes de dominicanos, entonces todas esas personas que entran por pasos no habilitados, no tienen registro de entradas y no sabemos cuántos son, en qué situación están en Chile, y el problema es que ingresar como irregular hace que esa persona tenga un miedo constante entonces no denuncia nada y frente a cualquier abuso que pueda sufrir, no va a recurrir a la inspección del trabajo. Tampoco a la Policía porque va a tener miedo que la deporten ya que en ese caso la sanción por entrada irregular es la deportación”.
¿Cómo evalúas tu experiencia en Estados Unidos en relación al foco de inmigración que tiene Chile actualmente?
“Yo una de las cosas que agradezco de mi experiencia en Estados Unidos es que pude desarrollar una sensibilidad con los inmigrantes y hasta antes de irme, la verdad, no estaba familiarizada con el tema, no me llamaba la atención pero cuando me voy a Estados Unidos, lo que hacen la primera semana que entramos, la Universidad tiene distintas clínicas jurídicas y una de esas es la migratoria que se llama el Centro de los Nuevos Americanos. Lo que se hace allí es prestar asesoría jurídica con los inmigrantes en su serie de situaciones que se puedan encontrar: víctimas de trata, tráfico, solicitudes de refugio y nosotros como estudiantes bilingüe nos invitan a unirnos a ese centro para ayudar en las traducciones, en las interpretaciones en las entrevistas, para comparar los casos y cuando comienzas a escuchar las historias, comienza a generarse una sensibilidad hacia la situación del inmigrante. Son personas que están expuestas a situaciones de vulneración y dentro de los caos que nos tocó ver en ese centro estaba el tráfico de inmigrantes, precisamente de República Dominicana a una granja en Estados Unidos en Minnesota. Había toda una red en que estas personas necesitaban el dinero, pero viajaban en condiciones inhumanas a Estados Unidos y una vez instalados en el país, en los campos de Minnesota, los dejaban encerrados donde trabajaban como veinte horas diarias, sin acceso a la salud. Y cuando comienzas a escuchar eso, se genera una sensibilidad. Luego salto a esta ONG y ahí, además de observar temas de trata, empiezo a trabajar peticiones de refugios, y eso es una realidad fuerte porque yo comencé viendo estos temas de refugio de latinoamericanos, particularmente de centro América. Ver y escuchar las historias y compartirlas con esa gente, muchas veces casos de niños y niñas, es realmente triste, entonces todo eso genera una sensibilidad que me llevó a admirar mucho a los abogados americanos que se dedican a estos asuntos, porque realmente ellos creen en la política que para ciertas circunstancias es recibir al otro con las puertas abiertas para que tu país se transforme en un lugar de esperanza para partir de cero, pero para eso hay que tener una sensibilidad especial, de creer que el otro es una víctima de ciertas circunstancias de su vida y que llegan a este país, además, para trabajar, para salir adelante, para buscar una oportunidad para ayudar a sus familias. Y ojalá que no sean castigado por eso y menos deportados si corre peligro su vida”.
¿Debe existir sensibilidad al momento de diseñar una normativa que sea aplicable para los inmigrantes?
“Yo creo que en la discusión tiene que existir una sensibilidad frente al migrante, sobre todo frente al migrante que es pobre, porque si viene un argentino, un peruano, un alemán con dinero a colocar aquí una empresa no le diríamos inmigrantes, sino extranjero. Ese extranjero tiene que ser recibido igual como alguien que quiere venir a trabajar. Por ejemplo, el tema de los antecedentes penales es un tema que casi todos los países lo tienen. No se trata tampoco de decir puertas abiertas, que venga cualquiera porque dentro de la soberanía el Estado puede colocar sus límites, pero ojo, y una opinión personal, no penalizar la pobreza porque si ellos vienen a aportar al país con trabajo, eso nos beneficia a todos y la sensibilización pasa además entender por la situación del que emigra a un país pasa por entender que la diversidad cultural es un valor en sí misma”.
¿Cómo evalúas tu intervención en el Congreso? ¿Estas satisfecha con lo expuesto?
“Yo quedé satisfecha con la exposición que hice pero la verdad hasta cuando no haya un resultado que se refleje en una propuesta del Gobierno que recoja ciertas observaciones y que probablemente van a ser transversales, no podría decirte si estoy feliz o contenta, porque en definitiva, por ejemplo, el proyecto de ley establece plazos para recurrir a decisiones de expulsión de 48 horas y eso es irrisorio porque son dos días como una consecuencia tan grave que si tu no interpones el recurso, te vas del país. Entonces, yo me sentiría satisfecha cuando yo vea que la nueva propuesta del Gobierno lo que hace es crear un procedimiento con plazo razonable, por ejemplo. Otra de las falencias que tiene es que establece como máximo tribunal a las Cortes de Apelaciones sin posibilidad de recurrir contra la resolución de la corte de apelaciones, o sea grave infracción al debido proceso. Si el Gobierno no hace una reforma a esa ley o a ese proyecto, en términos concretos y en varios más, la verdad va a ser bien triste porque van a seguir restándole el acceso a la justicia en ciertas cosas”.
¿Se puede decir que hay un daño a los derechos humanos en este punto específico?
“Yo creo que sí, porque si nosotros pensamos que el acceso a la justicia es un derecho más y dentro del acceso a la justicia uno de los elementos que los compone del debido proceso y en este caso no está, hay una vulneración a un derecho humano o restringir el acceso a la salud también es una vulneración a los derechos humanos por el solo hecho de ser extranjero. Para evitar llegar a eso tenemos que tener reglas de entrada claras que no sean discriminatorias y para eso debemos tomarnos en serio el flujo de movimiento migratorio porque si uno mira la realidad internacional es desalentador lo que puede venirse como lo que está pasando en Medio Oriente que es lejos y quizá nosotros no somos destino para esa gente, pero la coyuntura internacional hace que las personas por salir de sus países pueden llegar acá y en la ley que tenemos, no se hace cargo de esa situación”.
A los estudiantes que una vez sean Abogados y decidan tomar esta línea de trabajo e investigación, ¿qué recomendaciones darías a ellos?
“A los chicos y chicas que les interesa este tema, ellos tienen que buscar una organización donde canalicen ese interés. Pero no pueden partir pensando que después van a llegar a una institución “topísima”, pagada, no, eso no va a ocurrir. Generalmente el trabajo con los Derechos Humanos comienza de forma gratuita, en instituciones pequeñas, no obstante, yo siempre he pensado que uno pretende hacer un gran cambio inmediatamente, se va a frustrar. Yo soy una convencida que los cambios se hacen desde el lugar donde te toca estar, desde que tienes un buen gesto en la mañana para ayudar a un trabajador en tu casa o donde trabajas, lo mismo se aplica en el trabajo para los Derechos Humanos, entonces comenzar por tu comunidad aportar con el conocimiento que se tiene, en Valparaíso hay varias instituciones que están trabajando con inmigrantes y se necesitan voluntarios, ya sea para dar asesoría jurídica, enseñar español, y hay que buscar ese nicho para conocer la realidad para sensibilizarse y después tal vez saltar a un puesto en alguna ONG institucionalizada o llegar a los poderes del Estado como el Ejecutivo o tener influencia en cuestiones legislativas, pero hay que comenzar desde lo más básico en la ayuda a la comunidad. El llamado es ese, si se siente trabajar con un determinado grupo: aquí en la escuela hay profesores que trabajan con la comunidad carcelaria, con mujeres, con niños, hay que buscar los nichos que interesar y estar disponibles para trabajar”.