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Profesor Lautaro Ríos y países Latinoamericanos: “Como estados divididos no valemos ni pesamos en el mundo global”

Una completa ponencia titulada “Ideas para una Constitución  Política de la Unión de los Estados de Latinoamérica”,  expuso el profesor emérito de la Universidad de Valparaíso y destacado ex académico de la Escuela de Derecho, Lautaro Ríos,  en el  XIII Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional, celebrado en México  D.F.  en febrero de 2017.

Al introducir el tema, el Doctor Lautaro Ríos manifestó que “a diferencia  de los Estados  Unidos de Norteamérica, cuyas trece colonias originales  enfrentaron unidas la lucha por su independencia del  Imperio Británico y –no obstante sus diferencias de población, de costumbres y de creencias religiosas–  continuaron unidas hasta constituirse en un gran Estado Federal, las colonias dependientes de los Reinos  de España y Portugal enfrentaron separadamente sus procesos emancipadores y nunca llegaron a formular convenios de unificación jurídica o política  como lo hicieron las colonias de Norteamérica” y agregó que “esta rotunda diferencia explica por qué los EE.UU. de Norteamérica  han logrado situarse como primera potencia a nivel mundial y, en cambio, los Estados desunidos de Latinoamérica deban resignarse a las abrumadoras consecuencias de su separación”.

El profesor Ríos aseveró que “en nuestra época, la historia política, económica, comercial –y hasta el imperio o la interrupción de la paz–  la escriben las grandes potencias –como U.S.A.  o  China– o las asociaciones de Estados, como la Unión Europea. Ellas dictan las normas del comercio internacional, fijan los precios de las materias primas y de los productos elaborados con ellas así como los términos de su intercambio; deciden cuándo y dónde intervenir –inclusive militarmente– en defensa de sus intereses económicos; regulan los flujos de inmigración conforme a su conveniencia y –en fin– influyen sobre la vida, el desarrollo o la subsistencia de otros pueblos que ni siquiera son advertidos del futuro que ellas les deparan”.

Aseguró que “los pueblos de Latinoamérica hemos llegado con dos siglos de retraso a esta cita con la Historia.  Y, probablemente, nuestra ceguera y nuestra imprevisión nos obliguen a perder varias décadas de vacilaciones antes de atrevernos a trepar a un carro que no se detendrá a esperarnos”.

Luego se explayó sobre los distintos signos de los tiempos; tales como políticos; convenios de integración económica y la voluntad integracionista contenida en las Constituciones Políticas de la gran mayoría de los Estados Latinoamericanos, dando detallados ejemplos.

También se refirió a los obstáculos que dificultan constituir, a breve plazo, la unión de los Estados Latinoamericanos, citando por ejemplo la falta de visión continental de la clase  política; el revanchismo  y  la  inmadurez  popular; la deformación  educativa; y el colonialismo  cultural  y  económico, adelantando además algunas ventajas que implicaría una unión de los Estados Latinoamericanos.

En primer término, dijo que “sería el parto de un gigante político, económico y cultural con una población de alrededor de seiscientos millones de habitantes asentados sobre un territorio de 22.222.000. Kms. cuadrados y con un PIB calculado para 2016 en más de ocho billones de dólares (USD 8.131.340.000.000.-).          Este territorio es rico en petróleo, carbón, cobre, hierro, estaño, oro, plata, litio, bórax, piedras preciosas  y otras substancias minerales.  Posee abundantes bosques, producción agrícola, recursos hídricos, pesquería, ganadería, potencial turístico y energía; posee, además, vastas extensiones inexploradas y es susceptible de un desarrollo perfectamente sustentable.”

Además, advirtió como ventaja “la identidad cultural. Sus habitantes están dotados de identidad de origen, de historia común, de religión predominante, de lenguaje similar, de tradiciones culturales, de intereses convergentes y de un destino común”. Al igual que eliminación de conflictos fronterizos, entre otros.

El peso político fue otra de las ventajas que resaltó: “La Unión de Estados Latinoamericanos nacería con un peso político del cual carecen absolutamente los estados llamados a constituirla. La Unión les permitiría tener una voz más potente en la ONU, asiento seguro en el Consejo de Seguridad y tratar en pie de igualdad con otras organizaciones multinacionales como la Unión Europea, la Unión Africana,  la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, la Comunidad Económica y Monetaria de Africa Central, los miembros del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y con estados poderosos como EE.UU, China o la India”.

Finalmente, el abogado Lautaro Ríos dijo que concretar una unión de este tipo significaría un gran salto cualitativo. “La integración económica de los Estados Latinoamericanos le permitiría adquirir la tecnología necesaria para dar un salto a una economía industrial basada en la explotación de éstas y en el comercio de productos elaborados”, explicó.

Según el académico, se podría pensar que todo lo dicho anteriormente “es el sueño de un iluso. Nada sería más equivocado.  Lo dicho es la expresión del más crudo realismo que puede resumirse así todo lo dicho es el sueño de un iluso.

         Nada sería más equivocado.  Lo dicho es la expresión del más crudo realismo que puede resumirse así: como estados divididos no valemos ni pesamos en el mundo global. Sólo unidos podremos lograr el desarrollo espiritual y la calidad de vida que nuestros pueblos merecen.  Sólo unidos llegaremos a adquirir gravitación internacional.

Pero mientras permanezcamos divididos, seguiremos siendo presa  fácil de la explotación foránea de nuestras materias primas, víctimas ingenuas de la carrera armamentista, protagonistas de rencillas fronterizas insensatas y testigos impasibles e impotentes del atraso cultural y tecnológico y del deficiente nivel de vida de nuestros pueblos. Si continuamos así, otra vez habremos desperdiciado la oportunidad de subirnos al carro de la historia.. Sólo unidos podremos lograr el desarrollo espiritual y la calidad de vida que nuestros pueblos merecen.  Sólo unidos llegaremos a adquirir gravitación internacional”.

Puntualizó que “mientras permanezcamos divididos, seguiremos siendo presa  fácil de la explotación foránea de nuestras materias primas, víctimas ingenuas de la carrera armamentista, protagonistas de rencillas fronterizas insensatas y testigos impasibles e impotentes del atraso cultural y tecnológico y del deficiente nivel de vida de nuestros pueblos. Si continuamos así, otra vez habremos desperdiciado la oportunidad de subirnos al carro de la historia”.

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