Académico fue parte del “Congreso Digital Internacional de Pedagogía Universitaria y Didáctica del Derecho. El futuro de la educación jurídica”.
Una extensa aproximación y fundamentación didáctica y estética de los estudios de cine y derecho, desarrolló el profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, Camilo Arancibia, en el “Congreso Digital Internacional de Pedagogía Universitaria y Didáctica del Derecho. El futuro de la educación jurídica”, organizado por la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile.
El académico fue parte de la mesa seis, que versó acerca de la temática “Arte, cine, imágenes y enseñanza del Derecho”, oportunidad en que presentó la ponencia “Cine y Derecho”.
En su intervención, hizo referencia a la clase magistral trascendente formativa de los profesores Palma y Elgueta, junto con una mirada desde la filosofía del arte de Jacques Rancière y su teoría de la fábula cinematográfica, asegurando que desde estas ideas se busca producir una emancipación intelectual del estudiante en el aula. Para ello, analizó la película “Tony Manero” del año 2008, protagonizada por Alfredo Castro, que, aseguró “es una película absolutamente incómoda, con una estética decadente, un personaje principal mudo llamado Raúl Peralta que vive en un entorno de ruido, cuyo objetivo en la vida es ganar el concurso de dobles de Tony Manero, protagonista de la película Fiebre de Sábado por la noche del año 77, y para lograrlo comete diversos asesinatos y robos, es un tipo psicópata. De hecho, lo único que lo conmueve es ir al cine a ver una y otra vez esta película, archivando los diálogos en su cabeza”.
“Si ocupamos como tema de análisis de la película la violencia, podríamos encasillarlo en diferentes disciplinas jurídicas, como Introducción al Derecho, Sociología Jurídica, Filosofía del Derecho, Teoría Política y Derecho Penal. Desde ese punto de vista, si tomáramos la clase magistral tradicional meramente expositiva, lo que encontraríamos es un agote inmediato del contenido de la violencia en, por ejemplo, el análisis de ciertos delitos, y veríamos su conceptualización, requisitos y características, reduciéndolo a un cierto adormecimiento en el aula. En ese sentido, la clase magistral clásica no se ha mostrado como una que permite una renovación en el aula. En ese sentido, el cine no tendría ningún papel que cumplir, porque lo habría simplemente un profesor que quiere valerse del cine para seguir explicando lo que ya sabíamos que sabía, y para lo cual el cine no le prestaría ningún servicio y tampoco al estudiante, porque éste no tendría ninguna autonomía frente al contenido que se está mostrando”, añadió.
Explicó que, frente a ello, existe la clase magistral trascendente o formativa de los profesores Palma y Elgueta, “que lo que busca es establecer la clase como un espacio abierto a una manera de tratar el contenido, enriquecedora e interdisciplinaria. También es abierta a las actitudes que el profesor pueda tener en el aula en conjunto con el alumnado, posibilitando la generación de un conocimiento en conjunto. Busca además ir a los fundamentos jurídicos de las instituciones, ya no simplemente enseñando de manera externa las instituciones, sino en su interior”.
“Hay una toma en “Tony Manero” donde asaltan a una señora y queda en el piso, a lo que el protagonista la toma en sus brazos y la lleva a su casa, a la cual ingresa. Él queda un poco extasiado mirando las cosas que están allí, y de repente se da cuenta que hay una televisión a color, que es un lujo para la época -mediados de los 70-. Peralta se sienta a su lado observando las imágenes televisivas que en ese momento muestran al dictador Pinochet declarando la cueca como baile nacional. Ambos se quedan callados y de pronto Peralta golpea fuertemente a la señora en la cabeza, y luego se limpia las manos, enciende un cigarro y sentado mira la televisión. La siguiente escena lo muestra cargando el televisor por las desiertas calles de Santiago. Lo primero que salta a la vista, evidentemente, es la brutalidad de esta persona, pero hay algo que es difícil de solucionar, porque ciertamente el delito se comete con alevosía y a traición, las clásicas agravantes, pero el problema de ese enfoque de estudio es que hay una violencia que queda escondida, y en ese sentido la clase magistral trascendente abre el espacio a nuevas tecnologías de la información y la comunicación, como justamente es el cine. Y la pregunta es qué tipo de cine es el que vamos a proyectar frente a nuestros alumnos y qué características debe poseer”, explicó.
Detalló que una posibilidad es “analizar desde la teoría cinematográfica de Jacques Rancière, filósofo político que justamente viene a renovar lo que se entiende por política, filosofía política, y democracia. Parte del concepto de reparto de lo sensible, donde observa un orden dado en las sociedades que dispone los cuerpos, tiempos y lugares, y cómo se entrelazan unos y otros, y la pregunta es quién dispone de estos, quién hace hablar a unas voces y hace callar a otras. Aquí lo sensible se relaciona directamente con lo político y lo social, no siendo algo simplemente propio del arte, y aquí es donde este esfuerzo que quiere realizar Rancière es un esfuerzo político en el sentido de la política entendida como la irrupción que permite la aparición de sujetos y de objetos nuevos frente a nosotros. Permite, en definitiva, mostrar una realidad que no se mostraba o que estaba invisibilizada. Esa idea tiene su concreción en la teoría cinematográfica de Rancière, donde señala que dentro de la película existe una fábula, y que las acciones se organizan dentro del cine con vista a un determinado efecto estético que él considera la fábula, y su idea es desanclar la intención del creador y el efecto que quiere imprimirle, para observar lo que son los tiempos muertos, que permiten encontrar la desfiguración del film, y así mirar una textura íntima de las cosas”.
“En ese sentido, en la escena resaltada tendríamos que centrarnos no tanto en la violencia con que el protagonista golpea a la mujer, sino que ver qué ocurre antes de eso, y lo que está antes de esa tragedia en suspenso que llama Rancière es a Peralta y la dueña de casa mirando la televisión, viendo cómo Pinochet declara la cueca como baile nacional, una muestra simbólica de refundación que se vive en esa época. Si lo analizamos sin la teoría cinematográfica habría una violencia subjetiva clara, pero también hay una violencia objetiva que está detrás y que esta teoría permite observar”, subrayó.
“Tomando las vertientes didáctica y estética relativo al cine, si podemos mostrar esa imagen del mundo -que la universidad debía mostrar también en su crítica- entonces vamos a estar haciendo un esfuerzo por extraer esa racionalidad utilitaria e instrumental que ha invadido la universidad. Si mostramos todo ese espectro, vamos a tener estudiantes que puedan tomar sus propias decisiones y opinar frente a la materia, y así tener mejores ciudadanos”, cerró.
El registro completo de la actividad se puede revisar acá.
