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“La experiencia de un programa Doctoral es humana y cultural”

Juan Pablo Castillo, abogado de la Universidad de Valparaíso egresado el año 2011, ha orientado su carrera por el lado académico que lo hace sentirse muy orgulloso de los pasos que ha dado en su vida, como su titulación de abogado el año 2013 e iniciar un programa doctoral al año siguiente en Italia en Estudios Jurídicos Comparados y Europeo, logrando el Grado de Doctor en Derecho  bajo la dirección del Doctor Gabriele Fornasari en la Università degli Studi di Trento, institución ubicada en el norte del país europeo.

Actualmente es profesor en la Escuela de Derecho de la UV del curso electivo de Derecho penal laboral y lleva parte del curso que coordina la profesora Fabiola Girao del Derecho Penal. Su director de tesis ha venido en varias ocasiones para participar en jornadas académicas a Valparaíso, lo que tiene motivado al joven Doctor de abrir lazos institucionales y humanos que sigan el camino de fortalecimiento que existe hasta ahora.

El desarrollo de su investigación ganó en amplitud gracias a estancias realizadas durante la primavera europea de 2017 en el Instituto Max Planck de Derecho penal extranjero e internacional de Friburgo de Brisgovia, Alemania, y en 2015 en los respectivos programas de doctorado de las Universidades de Chile y Valparaíso.

El pasado 21 de marzo defendió su tesis doctoral, obteniendo el grado académico, culminando satisfactoriamente tres años de estudios en Trento, lo que lo motiva, aún más. Por seguir profundizando sus pasos en el camino de la academia.

¿Cómo fue esa experiencia por la ruta de la investigación, la cultura y el aprendizaje de vida obtenido en Italia?

“Yo debo decir que la vocación académica fue algo que descubrí prematuramente. Ya el tercer año de cursar la carrera sabía que mi estilo profesional no iba tanto por el ejercicio de la profesión sino más bien por el lado de la investigación, por el lado de la academia, digamos por el lado de la formación intelectual y creo que tome la decisión de doctorarme porque creo que cuando me desempeñaba como profesor ayudante mientras era estudiantes en los últimos años de carrera, e incluso cuando ya había egresado y tenía otro trabajo, pero tenía que hacer ayudantía, salía con un grado de insatisfacción respecto a lo que había entregado a mis estudiantes, porque sentía que ellos se merecían algo más robusto, más completo y reflexionado de mi parte. Y en los tiempos que corren, para alcanzar esos objetivos, tienes que obtener el mayor grado académico que es el grado de Doctor. Yo lo tenía claro desde el tercer o cuarto año de universidad y no tuve crisis de vocación y aún no la tengo, y creo que no la voy a tener por un buen tiempo porque mientras me doctoraba iba reflexionando que había tomado la decisión correcta de iniciar estos estudios de Doctorado y que había elegido muy bien el país. La experiencia es una experiencia humana, cultural que cuando se trata de un país donde se habla un idioma distinto, se aprecia mucho más. Tuve la suerte de estar becado por la Universidad lo que me permitió también vivir de manera tranquila y pude formarme culturalmente, complementar esa parte, a guiar por mi cuenta las lecturas que me interesaban y de ese modo, ir acotando poco a poco, el tema que fue el objeto de mi tesis doctoral”.

Juan Pablo relata que su beca fue exclusiva de la Universidad de Trento y el proceso funciona con la convocatoria de un concurso público todos los años donde los postulantes deben inscribirse como lo hizo él por internet  con dos partes a desarrollar: una prueba escrita y una vez aprobada esta, pasar por una prueba oral. El año que le tocó vivir dicha experiencia participaron en la postulación 150 personas donde él fue el único extranjero, logrando el puntaje suficiente para pasar a la fase oral.  Fue el único postulante no italiano que pasó a formar el claustro de doctorando.

¿Qué recuerdos vienen a tu memoria cuando el tribunal te comunica que has logrado el grado de Doctor?

“En el plano estrictamente profesional la satisfacción que se cerraba de muy buena manera un ciclo, que había trabajado de forma sistemática y el carácter metódico de cómo había desarrollado el trabajo se reflejo luego en el estado mismo de la investigación que fue destacado por los miembros del tribunal, integrado por los profesores Doctores Stefano Fiore (Università del Molise), Donato Castronuovo (Università di Ferrara) y Chantal Meloni (Università di Milano), quienes destacaron el planteamiento y la originalidad del trabajo. A nivel personal, ratifiqué de lo que yo me había convencido hace mucho tiempo de que uno nunca está solo, por más allá que uno se vaya, deje a la familia, los amigos o los afectos cotidianos, y eso es indispensable para alcanzar los objetivos que uno se propone como importantes”.

¿Qué recuerdos tienes de la Escuela de Derecho y del cuerpo académico?

“Yo soy penalista por lo que aprendí del Derecho Penal, pero también de la Universidad, como actividad, el profesor José Luis Guzmán, que tuve los cursos parte general y especial del Derecho Penal. Con él ratifique un poco que mi vocación iba por el lado de la investigación y la docencia, y a él debo buena parte de las decisiones que he tomado el 2014, incluso antes cuando decidí estudiar el italiano fue por recomendación de él. Al final de este proceso hay una muy linda amistad que nos une y que, por insistencia de él, se ha transformado hoy en una relación horizontal y recuerdo que una de las cosas que me dijo antes de irme es que yo debía estar siempre en desacuerdo con él y separar aguas de él podría haberme entregado como formador. Ganar en autonomía intelectual y académica, yo creo que eso define al maestro universitario. También otros grandes profesores que tuve, sobre todo en la fase inicial de la carrera de Derecho, Agustín Squella, el premio Nacional de Humanidades, que estimulan a uno estudiar el Derecho más allá de lo que pueda decir la ley chilena: el derecho como fuente cultural, como reflejo de las manifestaciones culturales de un determinado pueblo, donde yo percibí eso.”

En la actualidad el Doctor Juan Pablo Castillo reconoce que luego de regresar de su programa Doctoral en Italia vive un proceso con entusiasmo, de la juventud que aun presume, con la sensación de que ocurren cosas a nivel social que hacen condicionar la academia en la forma de hacer universidad y en la relación que los profesores se relacionan con los estudiantes que hace que la actividad sea en sí misma estimulante en comparación con el pasado. Para Juan Pablo es muy importante que asumir un grado de Doctor debe existir el análisis y la reflexión, condiciones útiles para desarrollar actividades científicas en el que se debe tener consideración el contexto cultural en el que se realiza. A nivel de la experiencia de docencia, visualiza con entusiasmo seguir ligado a la Escuela de Derecho y permanecer ligado a una ciudad que adora y que reconoce haber extrañado en su ausencia. Reconoce y estimula la inquietud que manifiestan los estudiantes ante la manifestación de preguntas e inquietudes. La experiencia de las asignaturas que imparte lo tiene totalmente satisfecho, gracias al interés que han mostrado los estudiantes.

¿Qué consejo darías a aquellos estudiantes que sienten esa vocación por desarrollar estudios de Postgrado?

“Que partan de la premisa que sepan que tomar la decisión de ir a doctorase no es la decisión de ir hacer un Doctorado, solamente. Es la decisión también de crecer humanamente, crecer culturalmente y, desde ese punto de vista, que sean audaces. Yo me atrevería a decir que la audacia es una característica que no debe perder nunca la persona que tienen inquietudes en esta línea, ya que la vida se encarga de premiar a los audaces, de manera que una decisión, por aventurada e incierta que sea, todas las preguntas que puedan plantearse al tomar una decisión, no se comparan en lo absoluto con los beneficios que reporta una experiencia de esta naturaleza, de manera que la recomiendo absolutamente”.

 

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