Participaron como expositores Hugo Herrera, director del Instituto de Filosofía de la Universidad Diego Portales; Gloria de la Fuente, presidenta de la Fundación Chile 21; Leonidas Montes, director del Centro de Estudios Públicos (CEP); y Fernando Atria, académico de la Universidad de Chile.
Con el foro titulado “Modernización capitalista: ¿qué es? ¿la tenemos? ¿nos gusta?”, la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso inauguró el ciclo “Mar Adentro: ideas que zarpan”, espacio de encuentro ciudadano destinado a reflexionar en torno a políticas públicas y a la contingencia política.
Al inicio de la actividad, el director de la Escuela de Derecho y miembro del equipo organizador del ciclo, Claudio Oliva, agradeció la presencia de los asistentes al encuentro, explicando además cómo surgió la iniciativa: “Esta idea nació de una institución que tenemos en la Escuela de Derecho denominada Consejo Asesor Ampliado, donde participan académicos, funcionarios y estudiantes. En el marco de esa entidad, fue hecha la propuesta de realizar este ciclo de foros por un estudiante, Agustín Díaz, quien, por acuerdo de dicho consejo, asumió con el profesor Agustín Squella la tarea de organizar estos encuentros, con apoyo de la dirección de Escuela”.
Participaron como expositores Hugo Herrera, director del Instituto de Filosofía de la Universidad Diego Portales; Gloria de la Fuente, presidenta de la Fundación Chile 21; Leonidas Montes, director del Centro de Estudios Públicos (CEP); y Fernando Atria, académico de la Universidad de Chile. Moderó el profesor Luis Villavicencio, director del Centro de Investigaciones de Filosofía del Derecho y Derecho Penal (CIFDE UV).
Hugo Herrera: La crisis del bicentenario
Hugo Herrera comparó el momento actual con “otra situación que vivió el país hace un siglo, lo que se llamó ‘la crisis del centenario’, entendida como un momento en la historia del país donde, junto con las celebraciones de los 100 años de la república, surgió un malestar y apareció una primera generación de intelectuales chilenos que hicieron una reflexión crítica. O sea, esta fiesta se volvió agria por el diagnóstico de una crisis que se había incubado en la época de la revolución del 91 y del parlamentarismo. Era una crisis que tenía que ver con que los sistemas político y económico no estaban dando expresión y cauce a los nuevos grupos sociales. El grupo que estaba irrumpiendo era un proletariado emergente que no encontraba un lugar en el cual poder habitar y desplegarse. Había un desajuste entre el elemento popular y la institucionalidad”.
“Creo que la situación actual guarda elementos importantes de semejanza con la del centenario, y al reflexionar sobre el estado actual de la modernización capitalista o de la situación del capitalismo es relevante ponerla en perspectiva, porque ésta nos permite observar que podemos estar ante problemas similares, que fueron los que desencadenaron ‘la crisis del centenario’. Podríamos hablar, por tanto, de una crisis del bicentenario”, explicó.
Detalló que lo que tenemos hoy día no es un proletariado como el de inicios del siglo XX. “Los que irrumpen ahora son las llamadas ‘clases medias emergentes’, que son hasta cierto punto un producto de la modernización capitalista. Todas las críticas que se puedan hacer a las medidas que se han adoptado en las últimas décadas, que tienen que ver con la implementación de un modelo económico liberal o neoliberal, han de reconocer el surgimiento de nuevas clases medias que, junto con ser precarias, han marcado un antes y un después en la historia del país. Estas clases medias vienen a poner en tensión el sistema político y el sistema económico, en los que uno puede ver que hay distintos sectores que acusan un viso oligárquico. Las distintas crisis institucionales de las que nos hemos enterado en los últimos años permiten afirmar que las clases dirigentes acusan un viso oligárquico”.
Enseguida indicó que “tenemos un sistema económico que también parece estar llegando a sus límites. Hay trabajos del CEP donde se plantea que el incremento de la productividad se está deteniendo, que el modelo económico no está generando mayores niveles de riqueza. Otros estudios muestran que el capitalismo chileno tiene problemas vinculados a su carácter extractivo y rentista”.
Luego señaló que “otro elemento es un problema al que podríamos llamar ‘simbólico’. Chile hace 30 años dejó la dictadura, y si pensamos hacia atrás, ¿qué símbolos son los que nos unen? Dejamos atrás la transición, pero tampoco vemos los símbolos del futuro, esa visión de consenso a la que todos los sectores puedan apelar”.
“Junto a eso -continuó- tenemos sectores políticos que han desarrollado herramientas comprensivas o discursivas, que tampoco permiten decir que se está haciendo una comprensión pertinente de la época presente”. “Y así como hay en la derecha un discurso economicista, que por economicista es abstracto, tenemos aquí a Fernando Atria, que encarna un discurso al que también me parece que le falta una conexión con la realidad concreta. Plantea que por medio de la deliberación pública más el desplazamiento del mercado de áreas enteras de la vida social, uno podría llegar a una situación de reconocimiento recíproco universal, donde el interés individual quede en último término subsumido, como si no fuera algo también estructural al ser humano. El problema entonces es un desafío al que yo llamaría “comprensivo”. En el centenario hubo una generación de autores que articularon un pensamiento que es lúcido respecto a aquello en lo que consiste comprender políticamente, y creo que de ahí podríamos sacar luces o enseñanzas, porque reparan en que comprender políticamente consiste en articular dos polos: uno abstracto, de los discursos, de las elaboraciones conceptuales; y un polo concreto, que es la realidad del pueblo en su territorio”, cerró.
Gloria de la Fuente: Equilibrio entre Estado y mercado
La reflexión de Gloria de la Fuente partió de la crisis financiera internacional de 2008, “que generó una discusión muy relevante, que tuvo un derrotero que no fue necesariamente el esperado en un principio. Hubo una expectativa, particularmente en el mundo socialdemócrata, en cuanto a que había una oportunidad para generar una vuelta a la discusión sobre el rol del Estado. Pero, a poco andar, nos dimos cuenta que eso no sucedió y que finalmente parte importante de lo que empezamos a vivir en el mundo y en nuestro país tiene que ver con las preguntas o los dilemas que se manifestaron en esa oportunidad y que quedaron sin respuesta”.
“La crisis tuvo su origen en la falta de regulación apropiada de la arquitectura financiera internacional y los desequilibrios mundiales acentuados a que ella condujo. Desde la interpretación del marxismo, ello fue producto de una larga fase de acumulación capitalista sin ruptura, es decir, esta crisis en particular se explicaría por el largo tiempo en que el proceso de acumulación capitalista logró sortear con éxito distintas crisis, desde mediados de los 50 en adelante, lo que generó las condiciones para la acumulación de capital ficticio, provocando una sociedad marcada por el dominio del capital más allá de la esfera económica. La consecuencia habría sido que el estallido de la crisis tuvo inevitablemente un componente social y político de envergadura. La dimensión de la crisis y la falta de respuesta del Consenso de Washington pusieron en el centro del debate la relación entre el Estado y el mercado, y aquí creo que hay una cuestión relevante, ya que esta discusión clásica entre el mercado y el Estado es una tensión permanente no resuelta, que genera diferencias entre izquierdas y derechas, en una discusión que vuelve a plantearse con otros componentes y énfasis”, explicó.
“Parte importante de las críticas que se generaron en los años 90, pero que se articularon con mayor fuerza después del Consenso de Washington, y que se exacerbaron a partir de 2008, apunta justamente a la ausencia del rol del Estado en el desarrollo económico y a la ausencia de discusión respecto del rol del Estado en el desarrollo económico. No se trata de un debate pendular, que haya transitado hacia posiciones que defienden un modelo de planificación centralizada, sino de uno que busca nuevos marcos políticos institucionales que releven el rol que tiene el Estado en el desarrollo económico, y creo que esto es la clave de la relectura que no tenemos hoy en día”, indicó.
La expositora señaló: “Evidentemente los gobiernos pueden echar a perder las cosas. Sin duda el Consenso de Washington representó, en parte, una reacción a los fracasos del Estado al tratar de corregir las fallas del mercado. Pero el péndulo se movió demasiado en la otra dirección y por demasiado tiempo. Lo que está en cuestión no es solamente el tamaño del gobierno, sino su papel, qué actividades le corresponden, y el equilibrio entre el gobierno y el mercado”. “Ese equilibrio entre el Estado y el mercado está aún en cuestión, y está pendiente en el mundo y particularmente en los países desarrollados que están sufriendo las devastadoras consecuencias de su ausencia. Muy pocos ejemplos nos dan la esperanza de poder rearticular un tipo de ordenamiento posible”.
“Las medidas de ajuste y sus consecuencias para millones de personas -y yo creo que en una década es posible ver aquello- han replanteado un debate ideológico no menor respecto al tipo de Estado al que es posible aspirar. América Latina es una víctima indirecta de esta crisis, tampoco escapó a este debate y aún de hecho no lo tiene resuelto, y basta mirar cómo se ha reordenado el panorama político y económico en la región a partir de esa crisis. No obstante, el debate respecto al rol del Estado y su vínculo con el mercado ha sido una preocupación permanente en los países de la región, y se ha sostenido tanto desde los gobiernos y desde el mundo académico, como desde organismos internacionales que tienen algún alcance regional”, cerró.
Leonidas Montes: Modernización capitalista, la única modernización
Leonidas Montes acompañó su exposición con una presentación de diferentes cifras relativas al crecimiento de Chile y a la evolución de sus indicadores sociales en las últimas décadas. Sostuvo que “el país ha crecido en los últimos 30 años a un ritmo que no tiene parangón en la historia de la república. Respecto a otros países latinoamericanos, como Argentina, Brasil, Colombia, México y Perú, desde 1985 Chile sobresale en términos de crecimiento económico”. “Ahora, el crecimiento económico por supuesto no lo es todo, y por eso quiero referirme a otros datos que muestran lo que hemos logrado”. “El año 90 teníamos un 26% de inflación, hoy día estamos en torno al 2,2%. La inflación es un tremendo flagelo. Vean ustedes lo que sucede en Argentina y Venezuela. Hoy tenemos en Chile una inflación controlada, pero esto es un fenómeno reciente. La pobreza, por su parte, pasó de un 38,6% en 1990 a un 8,6% en 2017. En cuanto a la esperanza de vida, pasamos de 73 a 81 años”.
Hizo referencia luego a encuestas para graficar las percepciones actuales de los chilenos, explicando que, “frente a la pregunta ¿qué es lo más importante para surgir en la vida?, las principales respuestas fueron: un buen nivel de educación, el trabajo duro y tener ambición. Esas tres respuestas, a mi juicio, engloban lo que yo llamaría el sueño de Adam Smith”.
“Todo esto tiende a mi juicio a Adam Smith. Hace mucho tiempo vengo diciendo que Adam Smith llegó a Chile para quedarse. El año pasado celebramos los 200 años del nacimiento de Marx. Este año celebramos 260 años de la publicación de la Teoría de los sentimientos morales de Adam Smith. Hemos pasado, de alguna manera, de las condiciones materiales de Marx, a lo que yo me atrevo a llamar el mundo de Adam Smith”, detalló.
“El crecimiento económico no es lo mismo que el progreso. Un economista que piensa que el crecimiento económico es todo no es un buen economista o es solo un economista. Chile ha crecido, pero también ha progresado. El progreso se mide no solo por las variables económicas, que son una condición necesaria pero no suficiente para el progreso. El liberalismo, por cierto, tiene fundamentos morales. ¿Y cuál es la propuesta que yo hago? Volver a la Teoría de los sentimientos morales y releer La riqueza de las naciones. Adam Smith es caricaturizado permanentemente y no comprendido a cabalidad, y es un pensador sumamente complejo, muy profundo, y que en el siglo XVIII ya avizoró lo que estamos viviendo hoy día en Chile”, afirmó.
Respecto a La riqueza de las naciones, el expositor explicó que “aquí viene la respuesta a por qué me gustó esta idea de “modernización capitalista”, porque yo no conozco otra modernización que no sea capitalista. El capítulo II se titula Del principio que da lugar a la división del trabajo, y ahí está esta famosa frase que ha solido ser malinterpretada: ‘no es la benevolencia del carnicero, del cervecero o el panadero lo que nos procura nuestra cena, sino el cuidado que ponen ellos en su interés propio’. El interés propio, desde la perspectiva de Adam Smith, es una virtud comercial que obedece a la prudencia como virtud moral”.
Fernando Atria: Modernización neoliberal
Fernando Atria cerró las exposiciones explicando que “el neoliberalismo no es la única posibilidad del capitalismo, y lo que hemos tenido nosotros en los últimos 30 años no es modernización. La modernización tiene un proceso más largo que eso. Es un tipo específico de modernización, que es modernización neoliberal, la cual puede ser capturada en referencia a tres dimensiones, que en el caso chileno se dan de un modo especialmente notorio: dimensión política, social y económica”.
“Políticamente, la modernización neoliberal es una forma de modernización que entiende que el orden social es un orden espontáneo, y por ello lo que pueda interferir con él es algo problemático y, por supuesto, lo principal que puede interferir con el funcionamiento de ese orden espontáneo es la política. Por lo tanto, desde una óptica neoliberal, la política necesita ser neutralizada en su capacidad de interferir con el funcionamiento de las fuerzas que se encuentran y se coordinan espontáneamente en la sociedad. Y entonces la primera característica de nuestra modernización de los últimos 30 años se refiere a una política que está diseñada de modo tal que resulta neutralizada, resulta incapacitada para interferir con el orden espontáneo, con el funcionamiento espontáneo de la sociedad”, detalló.
Respecto a la segunda característica, explicó que “es la co-modificación de los derechos sociales, la transformación de los derechos sociales en mercados. No hay otros países donde el 100% del pilar contributivo de la seguridad social sea cuentas de ahorro individual manejadas por empresas como las AFP. Hay pocos países donde algo así como el 70% o más de la educación sea privada. En Chile nosotros hemos llegado a un punto de transformar en mercados esferas que son tradicionalmente consideradas como derechos sociales, y estoy pensando en cuestiones obvias como salud, educación, seguridad social, para no hablar de las más discutibles, como urbanismo o vivienda”.
“La tercera es un modelo de crecimiento basado en una estrategia no intervencionista de desarrollo. Es decir que el Estado no tiene ninguna capacidad de guiar el desarrollo del aparato productivo”.
“El punto importante es neutralizar la capacidad de la política para interferir con el funcionamiento de los órdenes espontáneos. Uno podría decir que la política sea neutralizada solamente para interferir con los órdenes espontáneos, pero sea vigorizada para todo lo demás. El problema es que institucionalmente hablando uno no puede ser tan quirúrgico, y entonces la neutralización de la política guiada por la finalidad de evitar que la política interfiriera con los órdenes espontáneos significó en los hechos una neutralización general de la política. Y yo creo que eso es lo que estamos viendo durante los últimos 30 años. Nosotros hemos vivido con una política neutralizada, una política incapaz de tomar decisiones transformadoras”, cerró.
Todas las fotografías del encuentro se pueden ver haciendo clic aquí.





