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“En mis decisiones priman más las convicciones que las normas”

Claro y certero en sus  opiniones sobre la contingencia nacional y el sistema judicial chileno, el presidente de la I. Corte de Apelaciones de Valparaíso, Jaime Arancibia Pinto, se mostró también orgulloso de ser ex alumno de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, la que, dijo,  “valoro mucho por el espíritu pluralista que tiene y porque es laica y democrática, donde conviven distintas visiones de la vida”.

El alto magistrado manifestó que le preocupan las leyes que restringen en extremo las libertades individuales, como la de tolerancia cero al alcohol y la nueva ley del tabaco, y también opinó que hay que reaccionar con naturalidad cuando las leyes nuevas sufren modificaciones o reformas. “Tenemos que acostumbrarnos a que se tengan que modificar, no existe una ley inmutable o perfecta”, comentó.

Jaime Arancibia se tituló en 1985 como Licenciado en Ciencias Jurídicas en la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso y confidenció que estudiar Derecho “fue circunstancial”, porque tenía otras preferencias. Le gustaba el periodismo y la historia e incluso llegó a estudiar pedagogía en Castellano en Santiago y alcanzó también a cursar un semestre en Periodismo en el año 1973. “Como se cerró la carrera, producto de la contingencia política de la época, se frustraron mis estudios. Así fue como llegué a estudiar Derecho”, contó la autoridad judicial.

-¿Qué materias le agradaban más como estudiante de Derecho?

“Me gustaba el derecho civil y también laboral, porque en esa época yo trabajaba en un juzgado del trabajo y vinculé mucho la práctica con los estudios de derecho e incluso mi memoria fue de un tema de derecho laboral”.

-¿Cómo recuerda el estilo de enseñanza?

“Bueno, mi método personal era caótico, porque tenía que trabajar al mismo tiempo;  entonces tenía que estudiar a altas horas de la noche y era mucha memoria, era una enseñanza tradicional, pero era un sistema semi flexible en la malla curricular, no era régimen anual y eso me ayudó”.

-Al estar trabajando simultáneamente, ¿sentía una presión muy fuerte de no reprobar ningún ramo?

“Evidentemente, pero eso tenía cierta ventaja, porque  a medida que uno avanza en los estudios, uno va adquiriendo ciertos beneficios, ya que las personas que llevan más de 5 años trabajando en el Poder Judicial, se valida como práctica profesional, hay una norma que lo permite. Cuando yo egresé, tenía 9 años ya de funcionario en el Poder Judicial y uno se ahorra 6 meses de universidad. Hay muchos casos en el país de gente que trabaja en el Poder Judicial y estudia derecho al mismo tiempo; hay que tener mucha constancia”.

-¿Algunos profesores que recuerde especialmente?

“Varios, partiendo por don Leslie Tomasello, que era mi profesor de Derecho Civil; Manuel de Rivacoba en Derecho Penal e Introducción al Derecho y con cariño recuerdo también al profesor López Pescio, de Procesal”.

-¿No le llamó la atención seguir en la senda académica?

“Claro, empecé también una carrera académica en el Norte, cuando era juez de Iquique; hice clases, pero mucho más tarde de ingresar al Poder Judicial. Ahora sigo haciendo clases en otras universidades de la zona”.

-¿Cómo es la relación con los compañeros de su promoción?

“Tengo muchos compañeros que tramitan, otros también están en el Poder Judicial; un par de veces nos hemos reunido, a los 30 años de egreso, pero en general poco, atendida la cantidad de años que han pasad. Participé en algunas actividades para el Centenario de la Escuela de Derecho y siempre tengo mucha vinculación con ella, de hecho estoy estudiando el Magíster en Derecho, mención Penal y mi hijo estudió y hace clases en la Escuela; eso es muy bonito, hemos tenido los mismos profesores, la tradición se mantiene y la rigurosidad de la enseñanza, eso es muy valioso”.

-¿Qué significa para usted que su hijo haya seguido sus pasos?

“A él no le gusta el Poder Judicial, le gusta la parte académica y también está muy a gusto en el Tribunal Electoral; tiene otros intereses”.

-¿Cómo llegó al Poder jJudicial?

“Empecé haciendo suplencias en el año 1975 y me gustó el trabajo en los tribunales. Cuando egresé, no tenía ninguna a duda de seguir en el Poder Judicial, es un trabajo muy variado e interesante y  tiene muchas aristas: juzgado del crimen, del trabajo, civil, juzgado de letras, me ha tocado una carrera larga, pasando por muchos puestos; he sido oficial segundo; secretario, relator, juez, ministro y eso me ha dado una visión completa de todos los procedimientos. Me ha tocado la suerte además de pasar por todas las reformas. Uno se acostumbra a que en derecho se está estudiando todo el tiempo, hay que renovarse, no es algo estático”.

ATRIBUTOS DE UN JUEZ Y REFORMA

-¿Cómo aprecia la figura del juez, cómo lo describiría?

La labor del juez es muy boinita y enriquecedora; uno tiene la posibilidad de aportar y resolver situaciones concretas tratando de que esté acorde a los antecedentes y sea lo más justo posible; un juez debe reunir varias características, como experiencia, mucho criterio y conocimiento. El trabajo de juez es muy solitario, en la época en que me tocó a mí (en San Felipe e Iquique), se trataba del antiguo juez unipersonal investigador, a cargo de la investigación, en un sistema anticuado que no satisfacía las  expectativas de una judicatura moderna. Yo, la verdad, era partidario del sistema intermedio entre el sistema antiguo y el moderno que tenemos ahora, de los jueces investigadores. Ahora el ministerio público dirige la investigación, no los jueces. Nosotros perdimos esa facultad y nos dedicamos estrictamente a lo jurisdiccional. Es un paso adelante, porque significa profesionalizar la investigación y hacerla más objetiva. Antes era un sistema inquisitivo, donde la garantía de los procesados era casi inexistente o era muy reducida, ahora existe incluso un juez de garantía que debe garantizar los derechos de todos los intervinientes, no de los delincuentes como se piensa o se caricaturiza actualmente. Incluso ahora lejos de disminuir, aumentó la población carcelaria y algunas penas y eso demuestra la rigurosidad en el sistema de penas. Se nota un ambiente de todas maneras donde se penalizan mayor cantidad de situaciones, por ejemplo, el maltrato animal antes era una falta, ahora es un delito; la ley de drogas tenía 4 o 5 figuras constitutivas de delito, ahora son alrededor de 20 relacionadas con tráfico de drogas, lo mismo delitos sexuales; ahora hay distintos tipos de persecución penal y eso significa que estamos ante una nueva forma de reaccionar de la sociedad ante la delincuencia”.

-¿Y cuál es su apreciación personal acerca de este aumento en la gama de delitos?

“Hay que ser cuidadosos, porque no todo se debe reducir a imponer una pena; la pena, como dice la doctrina, es una medida de última ratio, es la última medida que se considera cuando la gente ha cometido un delito muy grave o cuando alguien tiene demasiados antecedentes, que no permite un cumplimiento alternativo por otra vía y eso debiera mantenerse. La penalidad tiene que ir acorde a la gravedad del delito y eso creo que se debería reestudiar, porque hay delitos que son de naturaleza muy distinta y tienen la misma pena, por ejemplo, un delito de tráfico tiene la misma pena que un homicidio simple y son bienes jurídicos totalmente distintos; tiene que haber un reestudio porque tenemos un código muy antiguo, del año 1875, tiene 138 años”.

-Pero habrá esperanzas de cambios con la reforma a la reforma….

“Son sistemas dinámicos, que se deben adecuar a la realidad de cada país; vamos como en la octava reforma, no es la única y se debe reflexionar. El sistema debe ser perfeccionado porque al aplicarlo se ven los ripios. Fue una reforma paulatina y eso en su momento fue muy criticado, porque significaba tener dos leyes penales diferentes en un mismo país, pero eso al final tuvo un buen resultado. Tenemos que acostumbrarnos a que las leyes se tengan que modificar, no existe una ley inmutable o perfecta. Ahora, está bien que la “reforma a la reforma” se preocupe más por el tema de las víctimas, que es un actor un poco olvidado y eso es bueno, que se perfeccione y exista, por ejemplo,  una mejor coordinación entre las policías y el ministerio público, porque eso asegura el éxito de una mejor investigación. Incluso para mí, además, para que esta reforma sea completa, debería existir un órgano nuevo, que es el juez de ejecución de pena, que no existe, pero sí en otros países. Cuando hacemos una reforma en Chile, siempre la hacemos a medias, ahorrando recursos y eso es un mal entendido porque a la larga ese ahorro no es beneficioso para el Estado, sino que todo lo contrario, termina siendo perjudicial”.

-Sobre temas de familia y la nueva medida de tuición compartida de menores, con plazos menores de respuesta, ¿cree que los tribunales darán abasto a esas exigencias?

“Es un problema endémico de nuestro sistema institucional: se plantean nuevas leyes, pero no se dotan de recursos materiales y eso pasó justamente con Familia, se hizo una reforma importantísima pero los tribunales colapsaron en una semana, pues no se dotó del número de jueces suficientes; estamos acostumbrados a hacer leyes muy bonitas e interesantes, las copiamos más bien, como por ejemplo la ley de violencia intrafamiliar, que fue una ley que salió de la noche a la mañana (1997), que no le costó ni un peso al Estado, pero significó que los tribunales tuvieron que hacerse cargo de esas materias y no estaban preparados; esa ley empezó con cero personal, más bien se le agregaron competencias a los tribunales existentes, ese fue el aporte. Pero recursos adicionales  no se contemplaron. Acá en la Quinta Región tenemos constantemente déficit de tribunales y de personal. Ejemplos, el Tribunal del Trabajo de Valparaíso; Tribunal de Familia de Viña del Mar; Tribunal Oral en lo Penal de Valparaíso (tiene la mayor cantidad de juicios en el país, más que en Santiago y sólo tiene 12 jueces) y en Quintero, Petorca, Putaendo e Isla de Pascua, son tribunales mixtos, es decir, tienen todas las competencias y esa es una situación insostenible hoy en día”.

-¿Pero la “reforma a la reforma” sería una buena oportunidad para resolver estas falencias?

“Siempre hay buenas ideas, pero lo que se necesita a veces son decisiones políticas y enfrentar estas situaciones como corresponde.”

-¿Y tal vez este año electoral sería el momento de conseguir compromisos políticos al respecto?

“No me hago ninguna esperanza, porque lamentablemente ninguna de estas reformas que se hacen con buenas intenciones  se consultan con especialistas; en estas nuevas leyes nunca le han preguntado al Poder Judicial, considerando que son materias que nosotros aplicamos todos los días; le preguntan a académicos muy versados, con mucha experiencia en temas académicos, pero en cuanto a la tramitación en sí, al trabajo de campo, in situ, no se nota. Hemos pedido que nos consideren en varios reformas, pero no ha se ha logrado y por eso se publican leyes deficitarias que hay que modificar constantemente”.

 

 

 

LEYES TOLERANCIA CERO Y TABACO: “EXTREMAS”

-¿Qué opina sobre las recientes restricciones aprobadas, como la ley del tabaco y de tolerancia cero del alcohol? ¿Cree que  limitan en extremo las libertades individuales?

“Espero que no, pero me preocupan todas estas leyes porque atentan contra las libertades. ¿Cómo es posible que se prohíba fumar incluso en lugares abiertos? Yo no soy fumador, pero lo que está en juego es el principio. Uno tiene que privilegiar más la libertad individual. La tolerancia cero significó eliminar al bebedor social y moderado, que era una persona que podía tomar una copa de vino y que podía manejar sin ningún problema. Es negativo marcar esa tendencia, significa visiones demasiado extremas de la sociedad. En mi visión muy particular, se pretenden modificar conductas a través de la ley, y eso es imposible. Cuando se trata de conductas, tiene que existir una visión mucho más global, esto quizás puede venir de la época de la dictadura, de tener como la figura de un papá siempre encima y que diga lo que hay y lo que no hay que hacer. La gente tiene la libertad suficiente como para poder elegir lo que es bueno y lo que es malo ¿Por qué una autoridad tiene que meterse en la vida privada de las personas? Si alguien quiere fumar y eso le hace mal, bueno allá él; si es racional y libre, la persona puede optar”.

-Sobre otros temas pendientes que actualmente reclaman definición, como la legalización del consumo de marihuana, del aborto y el matrimonio homosexual, ¿qué opina?

“Son temas que siempre deben ser discutidos en la sociedad, porque son valóricos y  creo que cualquiera sean las respuestas, son materias  que no se pueden llegar e imponer con sólo una posición. Afectan la interioridad del sujeto en su parte más íntima y eso no se puede imponer. Hay que buscar una solución intermedia que permita que una sociedad pueda convivir con distintas visiones, tenemos que acostumbrarnos a una sociedad pluralista y democrática; no se puede imponer un criterio”.

-En lo personal, ¿le ha tocado tener ciertas convicciones y que la ley lo obligue a dictar sentencias en otros sentidos?

“Uno no está estrictamente amarrado por la ley, porque uno siempre apela a sus principios, que ayudan en las decisiones. No se trata de aplicar la ley a raja tablas en todas las situaciones, hay una ley vigente, pero al momento de ser aplicada puede tener alguna variación o cambios. Precisamente ahí está el buen criterio del juez, que sepa apreciar cada situación en forma particular. Tenemos una norma muy sabia en el Código Civil: que la sentencia solamente tienen un efecto relativo para el caso concreto, eso significa que todos los casos son distintos”.

-Pero le ha tocado tener que ir en contra sus convicciones al tener que aplicar un cuerpo legal muy restrictivo?

“Siempre en mis decisiones priman las convicciones más que una norma genérica y que a veces no se puede aplicar en forma literal, porque hay  medios de interpretación que van más allá de lo literal”.

MENSAJE A ESTUDIANTES

-¿Qué mensaje le gustaría entregarle a los estudiantes de Derecho?

“Bueno, que la realidad tiene vicisitudes y se plantea con distintas visiones. Un estudiante debe saber escuchar, leer y estar atento, porque es una persona que se está formando y debe tener la mayor libertad posible, de seguir la corriente que estime conveniente, de no aceptar que le impongan una visión y por eso valoro mucho el espíritu que tiene la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, que es laica, democrática y pluralista, conviven distintas visiones. Es como el juez: cuando tiene que resolver, tiene que escuchar a ambas partes y después cuando adopta una posición, tiene que defenderla porque está convencido de que es lo que corresponde. La convicción es un proceso estrictamente interno, que puede ir más allá de una norma. Es un proceso tan íntimo que no puede haber ninguna ley que le diga al juez “Ud. tiene que actuar de determinada manera”, la ley entrega principios y parámetros. Estos son los tiempos que le toca vivir al estudiante hoy y pensar que esto es normal, de tener discusiones y posiciones encontradas, deben acostumbrarse al debate, que es bueno, es provechoso y enriquece, salen mejores ideas y la universidad es el lugar por excelencia donde se discuten ideas y donde se crean posiciones y miradas”.

-¿Es partidario de examen único nacional para licenciarse de ciencias jurídicas?

“Si, soy partidario, sería lo ideal, porque uno nota las diferencias de calidad profesional de los egresados de las distintas universidades. Eso se solucionaría con un examen único nacional”.

-Finalmente, cómo calificaría la formación profesional que le brindó la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso?

“Estoy muy conforme con esta formación y eso se ha demostrado en la gran cantidad de personas egresadas que tienen mucho prestigio y que están vigentes constantemente en el foro. Eso demuestra que la Escuela nos ha dado una formación sólida y muy consciente y ese prestigio se ha mantenido en el tiempo y eso lo tienen muy claro nuestras autoridades”.

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